Compendiar todo un año como este de 2014 entrando en todas y cada una de las materias que han causado la situación actual generalizada en todo el País, de sobra conocida por todos, supondría un esfuerzo tan ímprobo que mejor dejarlo para las sesudas organizaciones que estudian sobre estos menesteres. Sin embargo, hay un acontecimiento político-histórico de primera magnitud que bien podría explicarse sin mayor esfuerzo.
Obligándome entonces a decidir sobre una parte de ese compendio, calificaría el mayor acontecimiento presente como el año de Podemos. El nacimiento de un partido por fuera de la ortodoxia formal cuyo resultado jamás habíamos visto en la historia de España. Así, tal cual. Antes de constituirse como partido, con solo una agrupación electoral ya posibilitó en las elecciones europeas que se hiciera visible la quiebra del bipartidismo del 78, con un millón doscientos mil votos y cinco diputados. Poca cosa a decir de muchos de sus detractores. Podemos, a partir de entonces, ha alterado los equilibrios espurios de los partidos al uso, incluidos los minoritarios IU y UPyD, en la mayor parte de las comunidades autónomas y en los principales municipios, así como el modo ancestral de hacer política de cara a los ciudadanos. Fue aceptar el reto que los partidos mayoritarios le plantearon al 15M, que se constituyera en partido político y saliera a la arena democrática. Pues ahí está el resultado. Podría decirse, con razón, que Podemos ha ganado, al menos sobre el papel, que lo aguanta todo, un espacio político que, como ya dije en otro artículo, corresponde a la ocupación intelectual del centro del tablero de juego.
La política con mayúsculas gira hoy en torno a Podemos. Las gentes con sus mareas, marchas y manifestaciones masivas, casi se han retirado de las calles ante la imposibilidad de ver atendidas sus reivindicaciones por ese método, lo que ha procurado una tregua que incluso permite una mayor paz social y evitar calentones puntuales de agresión policial y ciudadana. El trabajo, tanto mediático como técnico, para su constitución como partido ha sido un éxito sin precedentes, con un sistema abierto desde la base y una movilización de cientos de miles de potenciales votantes que desembocan en cientos de órganos de debate y aceptación de propuestas, nunca visto, hay que reconocerlo. Caso relevante ha sido su presencia en Cataluña, plaza difícil donde las haya, terreno embarrado en el que los jugadores, tanto los locales como los visitantes, habían llegado a una situación en la que no podían siquiera mover el balón. Podemos sí pudo y lo hizo de tal modo que su huella aún se discute entre secesionistas y españolistas con un despiste propio de quienes no saben qué hacer en momentos de tanta duda. Ha movido las aguas estancadas y ha obligado a todo el mundo a resituarse. No hay prácticamente ningún columnista relevante en la prensa catalana que no se haya visto obligado a pronunciarse sobre lo que ha significado su presencia en Barcelona. Ni por supuesto ningún partido que no se haya dado por aludido.
En el escenario general, en España. La convocatoria lanzada a la ciudadanía de todo el Estado para que salga a la calle en Madrid el 31 de enero, va a marcar políticamente no solo el comienzo de este año electoral, sino posiblemente todo el año. Podemos está poniendo de manifiesto que es el único partido que se siente en condiciones de hacer en solitario una convocatoria de esta naturaleza. Ningún partido se considera legitimado para hacer un llamamiento al país, como el que ellos han hecho. Atreverse a ofrecer en solitario a toda la sociedad española sin distinción un cauce de expresión para que manifieste su voluntad de hacer frente a una situación de emergencia económica, política y social tan prolongada como la que estamos atravesando, no se ha atrevido a hacerlo ningún partido nunca. La convocatoria del día 31 de enero es la primera de esta naturaleza en la historia de España. No es poca cosa para un partido recién nacido. Veremos.
FLORO. La Pizarrera. 30.12.2014