Cada día que pasa, a tenor de los luctuosos y espurios acontecimientos que se enumeran en los medios de información-desinformación acerca de la podredumbre social, política e institucional nacional, que ya hace tiempo tocó hueso, más se confirma que el falso régimen surgido de la inmodélica transición (dictadura-democracia) y su “carta constitutiva” han quedado completamente obsoletos, por utilizar un término suave que no hiera sensibilidades que aún siguen a flor de piel después de tanto tiempo pasado en que las oligarquías financieras extraparlamentarias y políticas han campado por sus respetos.
A la Nación de ciudadanos, incompletos por voluntad expresa de miles de despiadados depredadores afianzados en un capitalismo salvaje y desregulado, nos han robado, no solo nuestro patrimonio material, sino nuestra propia identidad como miembros de una sociedad fraguada a golpe de sangre y fuego, incluidas las guerras dinásticas que moldearon un Estado fallido de señores y vasallos hasta hoy mismo (Véase la cara oculta de los Borbones). Y lo de ahora mismo es el culmen del despropósito de parte de los señores; el molt honorable señor del latrocinio, Jordi Pujol, ha destapado por fin el tarro de las esencias patrias del que ha salido la mayor pestilencia del significado de “casta”. Es la gota pestilente que llena la ciénaga corrosiva del abuso de poder y la burla consentida por muchos de sus homólogos que gozaron de los beneplácitos del ínclito, que a su vez repartía jefaturas de gobierno a los mandatarios como él, a diestra y siniestra: En el año 1993, el socialista, Felipe González, con su cultura del “pelotazo” (Véase Carlos Solchaga) acorralado por la misma corrupción, la misma, quedó en minoría en el Congreso. El tahúr Pujol salió en su ayuda para la investidura con un puñado poco significativo de diputados catalanes. En 1996, el neo conservador, José María Aznar, nombrado por el siniestro heredero del franquismo, Manuel Fraga (véase composición de Alianza Popular), ganó las elecciones por una mayoría insuficiente, por lo que tuvo que suplicar al honorable oneroso para que le ayudara en su investidura, como así fue, no sin sacarle la mayor tajada que jamás haya recibido Cataluña en su historia reciente, según el mismo Pujol (véase cuando Aznar hablaba catalán en la intimidad).
Coinciden ahora los sabedores del caso en que todos los próximos al poder sabían de aquel tarro. El propio Maragall, que llegó a presidir el Gobierno de la Generalitat, lo recordó en mitad del parlamento catalán: “su problema, y el de su partido, le dijo a Artur Mas, es el tres por ciento”. Era la tajada de las comisiones por obra concedida fraudulentamente. Todo el mundo lo sabía y nadie lo denunció. Ahora miran de reojo para otro lado con el mismo argumento de que el inmenso atropello obedece a una cuestión particular del molt honorable ladrón, al que han desposeído, con sospechosa prontitud, de todos los honores y privilegios, dejando desnudos muchos pedestales con alusión a su memoria cuajada de hipocresía y fatuos pronunciamientos.
En el mismo orden de cosas, el Juez Ruz da por concluida la primera parte de la trama Gurtel con 45 imputados del Partido Popular por hechos similares. De entre ellos sobresalen los tres tesoreros del partido que tendrán que sentarse en el banquillo de los acusados si la autoridad no lo impide y el tiempo lo permite. A renglón seguido, dos de los últimos caciques, Fabra en Castellón y Baltar en Galicia, ambos de la rancia derecha, han sido condenados a prisión e inhabilitación respectivamente por jueces temerarios a los que se les pondrá una cruz en el mapa de juristas indeseables. Del mismo modo que a Matas, ex ministro de Aznar y presidente de la Comunidad balear le han prestado una celda en la cárcel.
El suma y sigue… es tan enorme que se necesitaría una abultada tesis doctoral en ciencias políticas y sociales. Pasaré por alto, por su pesadez, los asuntos turbios de la Corona, los del Poder Judicial, los del Tribunal Constitucional, los del Tribunal de cuentas, los del Banco de España y su invigilando, los de la banca en general y su rapiña-basura, los del Ejército y su Ministerio, los de las empresas del Ibex35 y sus paraísos fiscales, o los desfalcos socialistas y sindicales con sus EREs y cursos de formación en Andalucía. Cómo no, también los chanchullos autonómicos y los ladrones de medio pelo que se quedan con los dineros de la cooperación internacional. Todos ellos merecen mención especial por su gran envergadura, pues este texto ya es un ladrillazo incluso para los que juegan en las bandas derecha e izquierda en el embarrado campo de la patria hispana.
Las conclusiones, en un próximo capítulo. Ahora estamos en fiestas y no conviene menoscabar los ánimos y el espíritu de los que quieren disfrutarlas en paz.
FLORO. La Pizarrera. 1.8.2014